Hemos hablado y soñado con este tipo de viaje por carretera durante demasiado tiempo y me alegro de que finalmente lo hayamos hecho realidad.
Todo lo que siempre quisimos (desde que tengo uso de razón) era conducir a lo largo de la escarpada costa oeste de Portugal, sin nada más que el océano a un lado, con algunas prendas esenciales en nuestras mochilas, sin hoteles donde hacer el check-in o el check-out y con nuestro futuro no escrito.
Anhelábamos la libertad de circulación y no nos importaba tener el pelo lleno de sal, los zapatos llenos de arena suave y los bolsillos llenos de piñones y conchas.